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El autoliderazgo se demuestra en las pequeñas cosas

El viernes pasado aparecía en mi TL de Twitter una foto de esas neveras comunes de las cafeterias de los centros de trabajo. Esas que se suponen deben quedar vacías al final de la semana pero que por el contrario se suelen convertir el viernes por la tarde en un almacén de alimentos abandonados u olvidados, normalmente caducados o en estado de putrefacción. Desechos de los que sus dueños no se preocupan porque ya se harán cargo de ellos cuando vengan a limpiarlo… ¡Olé sus huevos (u ovarios)!

Y lo que es peor, seguramente a esos mismos dueños que luego en las salas de reunión se les llenará la boca con la palabra autoliderazgo.

autoliderazgo

Sí, ya lo habréis intuido, estas cosas me sacan de quicio. Y este post va a ir por esa senda. Sin perder el sentido del humor, y con algún ejemplo pelín escatológico que ya aviso de antemano por si hay gente sensible a este tipo de contenidos, quiero adentrarme en esas contradicciones que abundan en la oficina y que realmente no son tales, porque lo cierto es que si quieres saber cómo es realmente alguien quédate con cómo se comporta en los pequeños detalles.

Soy muy fan del término inglés accountability, es una palabra que no tiene un claro equivalente en nuestro idioma. A falta de otra mejor, se suele traducir por “responsabilidad”, pero últimamente han encontrado un “palabro”, extendido a nivel del mundo de la empresa,que creo que tiene mejor encaje y por eso la he utilizado para titular el post: autoliderazgo.

El autoliderazgo, como accountability, implica una posición activa en el sujeto que lo ejerce. Define a una persona que no necesita que le recuerden constantemente sus obligaciones, alguien que conoce perfectamente cuáles son sus objetivos y se comporta con coherencia hacia ellos, realizando las acciones pertinentes para lograrlos.

Accountability fue uno de los cinco atributos clave que elegimos para el centro de trabajo en el que estaba hace algunos años. Junto con los otros cuatro, me tocó definir sus indicadores, me tocó darlos a conocer y finalmente… evaluarlos. El objetivo era encontrar nuestras áreas de mejoras para, a partir de ahí, definir acciones de formación y desarrollo que acercaran a cada empleado a convertirse en embajador y estandarte de los atributos que ofrecíamos como organización.

Como parte de aquella evaluación cada manager hizo una valoración de sus equipos respecto a los atributos… y sorprendentemente el que salió mejor parado (y por tanto menos necesitado de acciones de desarrollo) fue accountability. Y digo sorprendentemente porque lo que engloba el término accountability (o autoliderazgo) es tan amplio que incluso mirando hacia mí mismo con condescendencia encontraría un montón de maneras de mejorarlo.

Además en las grandes organizaciones la fuerza de la inercia es tan grande que es fácil que en muchos aspectos del día a día acabes, casi sin darte cuenta, montando en un carro dejando que te lleven, cuando precisamente el autoliderazgo consiste en llevar siempre las riendas en tu mano, demostrándolo hasta en los pequeños detalles.

Me acuerdo de una conversación informal muy gráfica que tuve con un manager amigo con el que tenía confianza y que quería hoy compartir con vosotros porque siento que con los lectores del blog también tengo esa confianza… Y bueno, ya se sabe que la confianza da asco. Lo digo porque en aquella ocasión elegí un símil pelín escatológico. Le dije : “Me dices que en tu equipo hay una accountability de un 100%, pero si entras a los baños de vuestra planta el accountability está solo presente en el 33% de los inodoros” . El cálculo de aquel porcentaje era sencillo porque, como los más astut@s habrán deducido, teníamos tres retretes por planta y el uso de la escobilla no era tan generalizado como podría esperarse de un departamento accountable.

Desde mi punto de vista el autoliderazgo de alguien que se muestra activo para lograr los grandes objetivos anuales ,y además los consigue, pero que luego deja, literalmente, que los demás se ocupen de limpiar su mierda diaria, es claramente impostado.

Dicho de otro modo menos escatológico y más científico, el cómo te comportas en las pequeñas cosas suele obedecer a motivaciones internas, demuestra cuáles son tus valores y tu verdadero nivel de accountability, de coherencia con ellos. Mientras que el cómo te comportas con tus obligaciones laborales suele llevar asociado también un importante componente de motivación extrínseca. Cuando trabajas tu comportamiento es en parte fruto de tus principios y en parte fruto de una actuación (impostación) en base a lo que crees que tus superiores o compañeros esperan de ti. Cuanto más hay de lo primero más integro se podrá decir que eres.

Por eso digo que el autoliderazgo autentico no se demuestra sólo en los grandes proyectos, sino, sobre todo, en los pequeños detalles, y no hablo sólo de lo anecdótico de la escobilla del baño. Hablo de la puntualidad, contestar emails aunque no sean importantes para ti, hablo de respetar las opiniones de los demás en una charla en la cafetería, de no mirar al móvil mientras te cuentan algo importante, hablo de devolver al menos una sonrisa si te dan los buenos días… y, por supuesto, no dejar comida abandonada en la nevera para que la limpien otros. Cosas que impactan, más de lo que creemos, en nuestro trabajo y en nuestros objetivos. Cosas que ayudan a construir buenas relaciones interpersonales que como decía la semana pasada son la clave para lograr un entorno laboral feliz y por tanto más productivo al largo plazo.

El autoliderazgo conlleva primero conocer bien nuestros propios valores y los de la organización, después interiorizarlos, y por último actuar siempre en coherencia con ellos. Se dice rápido pero obedece a un ejercicio de reflexión interna para luego poder hacer una elección consciente de cómo hacer las cosas , algo que en todos los casos demandará un plan de mejora continua, porque, entre otras cosas, autoliderazgo implica pensar cómo puedo hacer las cosas mañana para que sean mejor que hoy.


Picture created by Luis Prado from Noun Project

Jesús Garzás

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