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Lecciones que aprendí en mi primer proyecto de transformación digital

Hoy quiero hablaros de mi primer proyecto de transformación digital y de lo que aprendí de él.

Fue a principios de los ochenta. Sí, tan pronto. Ya lo sé, a algunos no os salen las cuentas mirando mi foto de avatar. Así que os confirmo, era un niño entonces. Y no, no seáis mal pensados, no fue un proyecto en Asia reportando a un joven empresario gallego que empezaba a acumular fortuna vendiendo ropa. No hubo explotación infantil.

Sí fue un proyecto casi internacional, al menos tuvimos que cruzar el estrecho. Sucedió en Ceuta. Allí acudí con mi familia. Estaba a punto de entrar en nuestras vidas el reloj digital.

Digital transformation

 

Si alguno ha entrado en modo escepticismo tras leer la introducción, os aseguro aquella fue una verdadera transformación digital. Posiblemente no tan revolucionaria como la que vivimos en nuestros días, pero lo que sí tenía en común con la actual fueron algunos de los errores que vivimos en aquel proyecto. Por eso he creído que sería útil volverlos a repasar.

Estábamos de vacaciones en Estepona. Los más guays de nuestro hotel empezaban a llevar reloj digital. Había un niño que despertaba la admiración entre los demás porque tenía un Casio con calculadora. ¿Podéis creerlo? ¿Una calculadora que se podía llevar en la muñeca?

Se corrió el rumor de que en Ceuta prácticamente los regalaban. Así que, si no nos subíamos a ese carro en ese momento, posiblemente nos quedaríamos atrás. Había una parte de la sociedad para la que el tiempo avanzaba dándole cuerda, y otra para la que iba a pilas. ¿Os suena?

El prado del vecino siempre parece más verde, pero lo que es bueno para su prado puede que no lo sea para el nuestro. Mi padre probablemente se dejó llevar por la envidia y a los dos días ya estábamos en el coche camino de la Línea de la Concepción desde donde se cogían los ferris para cruzar el estrecho de Gibraltar.

  • Aprendizaje número 1: No dejarse llevar por las tendencias del mercado sin analizar nuestras necesidades.

    Una buena estrategia es la clave del éxito de un proyecto de transformación digital. Visualizar el futuro con los pros y los contras de cada decisión es necesario antes de echar a andar en una dirección u otra. Si no hacemos el ejercicio de saber a dónde vamos, difícilmente podremos acertar con los aperos que necesitamos para hacer ese camino.

Al llegar a nuestro destino comenzamos las visitas a proveedores. Y comenzó algo que es muy típico en Ceuta y que por desgracia también es muy típico en los proyectos de transformación digital. El regateo. Esta técnica de negociación tiene algo en común en todos los lugares del mundo que se hace: por muy bueno que seas apretando al vendedor, este siempre se tiene que quedar con un margen de ganancia para aceptar una oferta.
Resultado, por el precio que mi padre podía gastarse en mi reloj no era posible tener un Casio con calculadora, solo uno con una alarma que, para más inri, sonaba con la música del himno de los estados confederados de América.

  • Aprendizaje número 2: Adaptar el presupuesto a la estrategia, no la estrategia al presupuesto.

    Porque si no, por mucho que deseemos lo mejor del mercado, acabaremos teniendo un cachivache que suena con el himno de los estados confederados.

Que las conversaciones con los proveedores tuvieran su foco en el precio tenía un efecto colateral. No se habló de sensibilización, no se habló de formación ni de desarrollo, no se habló de cambio cultural. A medio y a largo plazo ahí está el quid de la cuestión. Mi padre lo pasó por alto, o pensó que a fin de cuentas aquello iba solamente acerca de un nuevo tipo de reloj. Por eso decidió que bastaba con que el más joven de la empresa se encargara de manejarlo. Sí, el más joven era yo. Yo también fui millenial, en medio de la movida de los 80, la movida digital me refiero.
 
Pero aquello no iba solamente acerca de un reloj. La tele, el vídeo, la mayoría de los instrumentos a partir de entonces necesitarían de conocimientos digitales. Como consecuencia durante 20 años en mi casa yo ponía los relojes en hora y gestionaba los electrodomésticos. Cuando yo me fui, la transición fue dura. Hubo años en que los relojes digitales de casa estaban seis meses bien configurados y otros seis una hora adelantados. El vídeo pasó a ser un elemento de decoración y sólo volvió a cobrar sentido cuando la tele pasó a ser plana y había que encontrar un lugar donde alojar los adornos que había sobre ella.
 
La falta de estrategia, de visión de futuro, y la despreocupación por el cambio cultural, tuvo graves consecuencias. La gran crisis que vivieron mis padres con la llegada del móvil no hubiera sido tan dura si se hubieran preocupado antes por adaptarse al cambio de lo digital. El tiempo que aparece la palabra “escribiendo…” mientras espero que contesten un whatsapp es proporcional a su falta de preparación para el cambio social.

  • Aprendizaje número 3: La clave del cambio no está en las herramientas si no en las personas.

    Invertir tiempo en sensibilizar, formar y desarrollar es vital sobre todo el principio. Y no hacerlo trae graves consecuencias durante años. Por supuesto, no se debe poner el peso y la responsabilidad en una persona o en un departamento concreto. No entender la transformación como una necesidad en todos los niveles de la organización nos deja con talones de Aquiles donde podemos recibir heridas mortales.

Aquel proyecto en Ceuta, mi primer proyecto de transformación digital tuvo un invitado especial: El boli con reloj. Parecía algo innovador, mis amigos del cole iban a flipar. No recuerdo si estaba tirado de precio, o si los vendedores lo utilizaban como parte de su negociación. El caso es que regresamos con tres o cuatro. ¿Qué podríamos decir del impacto del boli con reloj en la sociedad? Pues que impactó sobre todo en el espacio de los cajones para cosas olvidadas, no tanto como la yogurtera, pero casi.

  •  Aprendizaje número 4: No dejarse llevar por el brillo superfluo de algunas herramientas.

    En estos instantes de revolución social surgen las ideas innovadoras al por mayor. Separar la paja del grano es tu misión. Si no lo haces acabarás con una plantilla analógica que escribe con bolis con reloj.

Aquel proyecto fue el principio de un cambio que transformó el modo en que funcionaban las cosas en nuestro hogar, cambiaron incluso los roles familiares, y saqué un montón de aprendizajes que después me ayudarían en mi vida profesional.

Aunque mis padres si que sacaron una gran lección: no compres a un niño de 10 años un reloj con alarma musical si no quieres que te abrase todo el día con el himno de los estados confederados.

Reloj con alarma cantosa

 

digital watch by Angelo Troiano from the Noun Project

Jesús Garzás

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