Uno de los males endémicos de las grandes compañías, sobre todo en nuestro país, es la rumorología o, como se han llamado de toda la vida en el pueblo, los cotilleos. Podemos por tanto no hacer nada para remediarlo y echar las culpas a nuestra idiosincrasia, o podemos (debemos) buscar alternativas que condenen chismes y bulos al ostracismo. La mejor, sin duda, es la transparencia.
Esto es algo que echo en falta a la hora de lidiar con la comunicación de los empleados de alto potencial. Y aunque ya me hacía eco de este problema en mi artículo sobre su límite de edad, creo que ha llegado el momento de analizarlo con más profundidad.